"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
A cuerpo gentil (*)
Por Luis Cayo Pérez Bueno, Presidente del CERMI
19/05/2014
Podía también haber titulado esta nota "De cuerpo presente", en la medida en que de algún modo todo cuerpo atravesado por lo que llamamos hoy discapacidad ha alumbrado, en la mentalidad colectiva, de la que somos tanto tributarios como rehenes, una visibilidad luctuosa. Cuerpo este más que agónico, inerte, exánime, súbdito ya del reino de la muerte, pero aún en tránsito, expuesto, a cuyas exequias, a guisa de cortejo fúnebre, asistimos entre intrigados y avisados. Cuerpo yerto pero insepulto, que se hurta a la ávida tierra, que se resiste, caso raro, a acogerlo.
Ha de ser debidamente velado, en el doble sentido del término, objeto de atención, de vigilancia, de cuidados, y también, ocultado, apartado de la vista, mirado de soslayo. Es obsceno, está y no está en escena, se hace presente pero al tiempo se torna (o mejor es tornado) ausente. Las condiciones de representación de un cuerpo tal se debaten entre la atracción y la repulsión. Atracción por una corporeidad desordenada, fuera de norma, cuya mera contemplación suscita el encanto de la transgresión; repulsión, porque vemos en esa carnalidad mostrenca la laceración que infiere la conciencia de toda alteridad, que no deja de comprometer y hasta refutar la ilusoria individualidad que creemos a pies juntillas ser.
Pero no, rehusemos las pompas fúnebres y descartemos en adelante las densas y sofocantes atmósferas de las capillas ardientes. No más ese estado transitorio de muerte en vida que ha sido hasta ahora la expresión artística de la discapacidad, que parece precisar inexcusablemente de la escena que proporciona el cuerpo, que constituiría su cruento teatro de operaciones. Los sistemas de representación de la discapacidad –también las artes plásticas, sobre todo, las artes plásticas– han necesitado encarnarla para después encarnizarse en ella. Cuerpo presente sí, pero a condición solo de que sea cuerpo gentil. Sin prenda exterior externa, pero también, brioso, galán, dotado de gracia. El cuerpo como gentileza.
Las artes visuales han de inaugurar una nueva visibilidad de los cuerpos que han sido colocados en las zonas de sombra de las periferias de la representación canónica, y están ciertamente tardando. Una imaginería corporal renovada que incumbe delinear a los artistas, con o sin discapacidad, da igual, que no consistiría tanto, sería repetir el error, en restituir un cuerpo prístino, libre de adherencias espurias –no es cuestión de incurrir en la falacia del retorno a lo auténtico– cuanto en crear casi de la nada o con apenas algunos materiales de derribo, un nuevo nodo de vectores de fuerza, un interfaz inédito cuya corporeidad, nunca de origen, le vendría dada por la intensidad de relaciones que pudiera trabar.
La V Bienal de Arte Contemporáneo de la Fundación ONCE, y de ahí su mérito, es más que un tenue vislumbre de esa nueva visibilidad y alcanza cotas de trazo que aún, es verdad, no sabemos reconocer pero que algo nos dice recibiremos con la gentil gratitud que merece todo regalo.
(*) Texto de presentación del catálogo de la Bienal de Arte Contemporáneo 2014 de la Fundación ONCE